El sábado 16 de diciembre de 1944 Hitler inició su “última jugada” en los bosques nevados de las Ardenas. Su intención era realizar un ataque por sorpresa que, avanzando hacia Amberes, dividiese los ejércitos aliados e hiciese posible infligirles una severa derrota: un nuevo Dunquerque que cambiase el curso de una guerra que había llegado a una situación angustiosa, con los ejércitos soviéticos avanzando en suelo alemán. El ataque, en el que intervendrían dos ejércitos blindados, se complementaba con la actuación en la retaguardia de un comando de soldados alemanes, con uniformes y vehículos norteamericanos. Como hiciera en Stalingrado, Beevor consigue aquí combinar una visión épica de la que fue la mayor batalla de la guerra en el frente occidental –una batalla librada en condiciones extremas, que llegó a implicar a un millón de hombres y en la que los dos bandos cometieron crímenes brutales- con una aproximación directa al heroísmo, el miedo y el sufrimiento de los seres humanos.