El Aleph (1949) Borges reúne un conjunto de cuentos fantásticos donde abundan laberintos, espejos, personas que parecieran ser otras y objetos infinitos en medio del mundo cotidiano.
En “El inmortal”, un hombre encuentra la inmortalidad y reflexiona sobre lo pasajero y patético de los mortales, en “El Zahir”, “La escritura de dios” o “El Aleph”, se nos presenta la posibilidad de lo infinito o lo eterno en lo mundano, en “Abenjacán el Bojarí”, “La otra muerte” o “El hombre en el umbral”, se juega con la idea de ser dos personas a la vez. Si bien ‒salvo “Emma Zunz” e “Historia del guerrero y la cautiva”‒, los cuentos de El Aleph son relatos fantásticos, esa aparición de algo irracional o inverosímil no es una forma de crear un mundo fuera de lo común que entretenga y sorprenda al lector, sino una forma de tratar problemas aparentemente complejos, preguntas complicadas, en el marco de una historia comprensible, con personajes y sucesos.