¿Qué ocurriría si en medio de la aceleración vertiginosa de los traspasos de fronteras que redefinen al habitar contemporáneo, al punto de exigir una nueva simbolización del mundo y lo comunitario, todo aquello que ha sido concebido tradicionalmente a partir de modelos de comunicación transparente e ideal -la constitución y relación entre los sujetos, las culturas, las cosmovisiones y los tiempos- fuese refundado a partir de los limites y soluciones de paso que se reconocen en la experiencia y reflexión de la tarea del traductor?